La universidad colombiana ha preparado
y prepara los profesionales requeridos por el modelo capitalista, esto
es, formados como mano de obra del aparato económico, como intelectuales
difusores de su ideología y cultura, como profesionales servidores del aparato
político y demás instituciones del Estado.
Una universidad que ha privilegiado,
no la investigación, sino la simple enseñanza, pues su propósito es el
entrenamiento de la mano de obra, la simple formación para el trabajo, la mera
profesionalización de personas competentes para el ejercicio laboral. Sus
docentes son simples dadores de clase, simples transmisores de conocimientos
elaborados por otros, sobre todo en los
países europeos o en los Estados Unidos, es decir, son instrumentos de un
modelo educativo cuya orientación y sentido escapa de sus manos.
Una
universidad que hizo suyo el discurso de la competitividad, de la
eficacia y de la producción, en materia educativa. Un discurso que no es
originario de la educación sino del mundo empresarial, mundo que en función del
incremento de sus exclusivas ganancias es el que está interesado que le
proporcionen mano de obra bien entrenada para incorporarla a las tareas de la
producción material.
Por lo
anterior, la sociedad le demanda a la Universidad un papel más activo en la
dinamización de la economía y en el cambio de modelo económico, que permita una
formación más acorde a las necesidades cambiantes de la sociedad en general, y
de los ciudadanos y los profesionales en particular
Todo ello
coloca a la Universidad, como un ente multifacético, que debe volcar fuerzas
hacia un nuevo rol, hacia una nueva estructura con nuevas estrategias, que van
desde crear como fortaleza la participación y fomento de una función de apoyo y
construcción de la economía del país, estimulando la acumulación y distribución
de riqueza, hasta promover la ejecución de servicios universitarios en
organismos no universitarios, como forma de extender a la sociedad competencias
que antes no se contemplaban, pero que el contexto en el que deben moverse las
universidades las hace recurrir al traspaso de sus fronteras.
De alguna
forma se puede señalar que la política universitaria de relación con su
entorno, está subordinada a nuevos esquemas económicos, referidos al modelo de economía
capitalista de orden global y al modelo de economía social que conjuntamente
con el nuevo paradigma tecnológico, reclaman desde la Universidad una nueva
fuerza que mueva los procesos y servicios universitarios.
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