domingo, 9 de febrero de 2014

Es posible la integración latinoamericana



En la actualidad, casi todos los países que conforman Latinoamérica generan grandes esfuerzos para consolidar la integración. Sin embargo, a pesar de las razones históricas y culturales que justifican dicha integración, existen también serios obstáculos que la dificultan.

Es importante tener presente también que la integración de América Latina no puede ser analizada aisladamente. Tiene una historia, se da en un continente donde ha sido constante el ejercicio del dominio de las distintas potencias a través de sus diversas etapas (España, Inglaterra, Estados Unidos) y donde se intenta maximizar las economías nacionales y en el que los vínculos entre países están dificultados por guerras pasadas. De cualquier forma, conviene tener en cuenta que la integración regional se realiza en el interior de otra integración, la que vincula a los países de América Latina con el mercado mundial.

Aunque las razones invocadas para justificar la integración latinoamericana han cambiado en el tiempo y de acuerdo a los modelos de desarrollo que se han considerado más convenientes o más adecuados a las circunstancias nacionales e internacionales, los objetivos de la integración han sido los mismos desde que las naciones de América Latina obtuvieron su independencia. 

La homogeneidad cultural e histórica (en cuanto a idioma, religión y tradición jurídica) y la continuidad geográfica han hecho pensar que la formación de una comunidad de naciones latinoamericanas no encontraría los obstáculos presentes en otras latitudes y permitiría una realización más plena de la identidad y las potencialidades de la región.

América Latina lo tiene todo para echar a andar el proceso integrador: una misma lengua, un mismo origen, un destino común y un gran potencial de recursos naturales. Pero hasta ahora le ha faltado lo principal: visión de futuro, voluntad política, generosidad y solidaridad entre las naciones que la integran.

No es necesario ningún requisito en particular para realizar la integración económica entre los países de América Latina. Sólo sería necesario acordar el establecimiento de la libertad de intercambios de mercancías y la libre circulación de los servicios productivos, aboliendo todas las barreras artificiales que pudieran oponerse a dicho propósito. No hay requisitos particulares y previos porque la acción de los mecanismos del mercado tendría la virtud de transmitir automáticamente el crecimiento de los polos a la periferia.

Causas generales para el fracaso de los antiguos proyectos de integración
De acuerdo con la CEPAL la integración regional es dificultada por extrema heterogeneidad de los diferentes enfoques seguidos por las agrupaciones regionales y subregionales en materia de servicios. Falta de compromiso de los gobernantes para un resultado cualitativo de la integración económica; que implicaba una liberalización de los mercados. Esta política de abertura no va al encuentro de los intereses de grupos monopolisticos y oligopolistas influyentes de los países más industrializados. Así como del propio Estado, que a través de la política de substitución, asumió también un papel de empresario y protector de su propio producto.

De esta manera fracasa la principal concepción de la CEPAL que se basaba en el entrelazamiento de las economías nacionales con base en el desarrollo industrial y viceversa.

Los gobiernos autoritarios latinoamericanos vieron la aproximación de las economías regionales, como una amenaza para la seguridad nacional. Ese problema se acrecentó más debido a los conflictos políticos entre algunos países, por ejemplo Brasil y Argentina por causa de la construcción de la Usina Eléctrica de Itaipú.

La falta de diversificación de los productos regionales; contribuyeron al fracaso de la integración económica. Lo acuerdos multilaterales, especialmente en relación a la ALACL, dificultaban el consenso, contribuyendo al fracaso del plano integrativo. Los acuerdos se basaban más en retóricas e intenciones, que en compromisos pragmáticos

El rumbo de la integración latinoamericana parece entonces algo incierto frente a la fragmentación de los procesos y las dificultades que enfrenta cada bloque regional para profundizar la integración y para establecer y consolidar relaciones con otras regiones del mundo.

La perspectiva actual
Observando la realidad del proceso de integración latinoamericano es difícil no constatar un avance importante en las diferentes subregiones. El esquema que parece haberse consolidado de manera más sólida es el MERCOSUR (Mercado Común del Sur). Reúne desde 1985 a los países del Cono Sur: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Venezuela adhirió igualmente en junio del 2006. Su persona jurídica de Derecho Internacional fue establecida por el protocolo de Ouro Preto de 1994, el cual dio lugar al arancel externo común. A partir de esta fecha el organismo se ha dotado de instrumentos jurídicos e institucionales que van más allá de la integración económica, avanzando en temas cómo el compromiso democrático, las concertaciones sociolaborales, la libertad de residencia y trabajo para las personas, el crecimiento del empleo, la protección de los Derechos Humanos, la promoción de la cultura, la participación de las organizaciones de la sociedad civil e inclusive un acuerdo de seguridad social para los trabajadores migrantes.

En la región andina, la CAN (Comunidad Andina de Naciones) es el organismo que agrupa a la mayoría, más no la totalidad, de los países. Sus miembros son hoy Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador. Chile se retiró en 1976 y Venezuela en el 2006 para ingresar al MERCOSUR. El grupo existe desde 1969, pero es solamente en los años noventa que se consolidan la zona de Libre Comercio y el arancel externo común. La integración de los países andinos ha igualmente avanzado en otros ámbitos cómo son el libre tránsito de personas y la creación de un pasaporte andino.

La integración de los países centroamericanos retomó fuerza dentro del contexto político de conflictos y guerras civiles y en el año 1993 establece claramente cómo objetivo la construcción de una región donde prima la paz, la democracia y el desarrollo. En ese sentido, dentro del SICA (Sistema de Integración Centroamericano) se han firmado acuerdos para la integración social, la protección del medio ambiente y la seguridad democrática.

En la última década, nuevas fuerzas políticas de la región han dado lugar a otro tipo de esquema de integración latinoamericana. Este es el caso del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe). La iniciativa partió de los gobiernos venezolano y cubano quienes firmaron el primer acuerdo en el 2004. Bolivia adhirió en el 2006 y Nicaragua en el 2007. Basándose en los principios de solidaridad y cooperación para la lucha contra la pobreza, las áreas en las que más ha avanzado la integración entre estos países son las de la salud y la educación.

Existen más esquemas de integración en otras regiones como el CARICOM (Comunidad del Caribe) en el que 15 países caribeños avanzan en la creación de un mercado común.

Igualmente cabe mencionar el Grupo de Río, antiguo grupo de Contadora que agrupaba a México, Panamá, Colombia y Venezuela en torno a un rol mediador para los conflictos centroamericanos. En 1986 el grupo de Río se constituyó como un “Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política de América Latina y el Caribe” y se reúne anualmente en torno a temas de interés regional como la paz y la deuda externa. Actualmente sus miembros son: Argentina, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay, Venezuela, Chile, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y el CARICOM.

Finalmente existe el Plan Puebla- Panamá que busca integrar desde el año 2000 a los países centroamericanos con los estados del Sur de México en torno a los temas de energía, transporte, telecomunicaciones, turismo, intercambio comercial, desarrollo humano, desarrollo sostenible y prevención de desastres naturales.

Frente a todas estas experiencias se destacan los esfuerzos y avances de los diferentes países de la región en el tema de la integración. Sin embargo, los interrogantes y temas de debate son múltiples.

Se constata efectivamente que los esfuerzos de integración son múltiples pero no necesariamente están armonizados a nivel latinoamericano. De ahí que muchos nos preguntamos si el estado actual de la integración en la región no responde más a una fragmentación que a cualquier tipo de convergencia. Los interrogantes y debates tienen que ver con el liderazgo de esa integración latinoamericana. Si bien es importante que no se cree una hegemonía, se necesita un país o un grupo de países que lideren la integración.

A través del ALBA se ve que Venezuela está liderando un proceso alternativo pero al que difícilmente adherirían una gran cantidad de países de la región. Desde la academia brasileña se plantea la posibilidad que Brasil sea el que tome las riendas de la articulación debido a su imagen de potencia mediadora, el apoyo que recibiría de Estados Unidos y sus aspiraciones mundiales que servirían en las relaciones con otros continentes o grandes países en desarrollo

Sin embargo, desde países vecinos como Uruguay se cuestiona justamente esa imagen de potencia mediadora, lo que lleva a pensar que es difícil que un solo país logre consenso en toda la región por los mismos problemas, ya mencionados, de polarización política, falta de identidad regional y asimetrías estructurales entre los países..

Dificultades
La integración latinoamericana implica superar las dificultades por las que atraviesan los esquemas existentes en la región y que son sobretodo de orden político.

En primer lugar, se plantea el problema de la politización del comercio, es decir, cómo los antagonismos políticos, en términos de ideologías o de políticas públicas, priman sobre las ganancias que tendrían los países integrándose.

Este problema fue resaltado en el caso de la CAN que se encuentra en una fase de crisis por falta de consenso político. Mientras Colombia y Perú están negociando TLC (Tratados de Libre Comercio) con Estados Unidos, Venezuela decidió por un lado retirarse e integrar MERCOSUR y por otro lado crear el nuevo eje de integración ALBA al cual adhirió también Bolivia. Esto se debe a una polarización política de los presidentes de los países miembros. Cabe aquí preguntarse sobre la importancia de hacer de la integración regional una política de Estado más que una política de gobierno, sujeta a fluctuaciones políticas e ideológicas.

En segundo lugar, los diferentes bloques deben superar las asimetrías entre los países miembros. En el caso de la CAN, se habla de asimetrías estructurales que pueden tender a incrementarse con los intercambios y para las cuales no son suficientes las políticas arancelarias. Los países miembros deben trabajar en la cooperación para el desarrollo productivo y social, creando fondos específicos para esto. En el caso de los países centroamericanos, se menciona a Honduras y Nicaragua como los Estados más necesitados de una política complementaria de este tipo.

En tercer lugar, se trata de concebir la integración cómo un proceso cultural y social que vaya más allá del intercambio comercial. Para esto es necesario efectuar un trabajo sobre la identidad y el conocimiento mutuo.


Conclusiones
Realmente la integración latinoamericana ha logrado pasos de avances bastante significativos, pero todavía queda mucha tela que cortar sobre éste particular. Si es posible la integración latinoamericana, todo depende, primeramente de todas las voluntades políticas que están ó estuviesen inmiscuidas. Por otro lado, romper de verdad las barreras económicas y acoplar las economías latinoamericanas en un dinámico y extenso plan de creación de infraestructuras a lo largo y ancho de toda América Latina, permitiendo así generar empleo, bienestar general y desarrollo cierto hacía el futuro. Pero sólo ello será posible si hay unidad y consenso.

En cuanto a las dificultades y desafíos que enfrentan los esquemas de integración latinoamericanos existen dos consensos. El primero es que todos los temas que presentan deficiencias deben ser trabajados a la vez para lograr una mayor eficiencia y eficacia. El segundo es que, en su mayoría, se trata de problemas políticos o en todo caso de voluntad política. En el caso de los países centroamericanos y otros países cómo Colombia y Perú el acercamiento hacia Estados Unidos prevale sobre temas de interés regional.

De manera general, falta igualmente voluntad para fortalecer las instituciones regionales porque hay fragmentación y falta de mayorías en los Congresos o porque hay un debilitamiento en la capacidad de acción de los gobiernos nacionales que tampoco logran una coordinación a nivel regional. Además de estas dificultades para la profundización de los esquemas de integración, existe el reto de articularlos entre ellos para avanzar hacia la integración de todo el área latinoamericana y del Caribe.

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