La industria minera colombiana se
mantiene como uno de los sectores más dinámicos y promisorios del país, con un
crecimiento importante que muestra que en 2009 las exportaciones alcanzaron los
US$8.000 millones, lo que representa 25% de las exportaciones totales
colombianas. Al mismo tiempo, la inversión extranjera directa aumentó de $470
millones en 2002 a $3.000 millones en 2009.
Colombia es el cuarto país exportador
de carbón en el mundo y posee reservas medidas superiores a los 7.000 millones
de toneladas, que le permitirán mantener un papel relevante en el mercado
internacional de este mineral.
En el primer semestre de 2010, la
producción de carbón sumó 36,3 millones de toneladas y solo en el segundo
trimestre presentó un incremento de 10,7% con 20,2 millones de toneladas, en
relación con las 18,2 millones de toneladas del mismo lapso en el año 2009. Por
su parte, el oro muestra en el segundo trimestre de 2010 la producción de
13.323 kg con un crecimiento de 36,01% en relación con el mismo período de
2009, dice la nota de prensa.
El níquel también refleja cifras
positivas, ya que se registró en el segundo trimestre del año un crecimiento en
la producción de 4,6%, llegando a las 13.013 toneladas, mientras que la plata
mostró un aumento de 60,2%, con 3.999 kg en el mismo lapso de tiempo.
¿Quien puede hacer explotación minera en
Colombia?
La empresa o persona jurídica que haya suscrito un contrato de concesión
minera, que se encuentre debidamente registrado en el Registro Minero Nacional.
Así lo establece la Ley 685 de 2001 (Código de Minas), norma que se
modificó por la Ley 13 82 de 2010, con el propósito de fomentar la exploración
técnica y la explotación de los recursos mineros de propiedad estatal y
privada. Esta reglamentación establece normas para la explotación racional de
los recursos naturales no renovables y del ambiente, en un contexto de
desarrollo sostenible y fortalecimiento socio-económico del país.
En su objeto, el contrato de concesión comprende las fases de
exploración técnica, explotación económica, beneficio de los minerales por
cuenta y riesgo del concesionario y el cierre o abandono de los trabajos y
obras correspondientes.
Origen del problema
La mayoría de los efectos negativos de la pequeña minería tiene su origen
en problemas relacionados con la informalidad o ilegalidad o, simplemente, en
el control insuficiente del sector..
En Colombia desde hace
mucho tiempo, se le otorgan concesiones al sector privado y existe pobreza y
enormes vacíos de legislación que proteja a estos trabajadores, tanto en
materia salarial, social y de salud ocupacional, como de protección medio
ambiental.
Los miles de colombianos que se ocupan de la minería, difícilmente perciben un salario mínimo por su trabajo; sus jornadas laborales sobrepasan la mínima legal y, en la mayoría de las veces, no cuentan con protección, ni en materia de salud, ni de pensiones, ni de riesgos profesionales.
La informalidad y técnicas
rudimentarias agravan la situación en el país, a lo que se suman procesos de
fiscalización deficientes. A los problemas mineros locales se suma la facilidad
para abrir una operación ilegal, una actividad que se monta en cuestión de
días. La licencia de exploración a veces se demora hasta tres años, mientras el
ilegal simplemente traslada una retroexcavadora y está produciendo a la semana
En Colombia, la edición de leyes y directrices para la protección del medio
ambiente, es causa de nuevos peligros para el sector de la pequeña minería. En
muchos casos la pequeña minería se encuentra continuamente forzada a la
ilegalidad por los estamentos encargados de la protección del medio ambiente,
cuya capacidad técnica y administrativa no es suficiente, y que por falta de
conocimientos e instrumentos de control.
Adicionalmente, figuramos entre los países con mayores accidentes. Siete grandes tragedias mineras en Colombia durante la última década suman la muerte de más de 200 personas. Diferentes causas explican los accidentes, desde explosiones por presencia de gases, pese a que las minas cumplían con los requisitos de ley para operar, hasta actividades informales, con un alto riesgo para quienes allí trabajaban.
Desconocimiento
e incumplimiento de las normas.
El Decreto 1335 de 1987 establece el
reglamento de seguridad en las labores subterráneas y, si bien debe
actualizarse, su principal problema es el desconocimiento e incumplimiento
entre los pequeños y medianos mineros, con algunas excepciones.
Juan Carlos Jaramillo Giraldo, en su artículo “El sector minero en emergencia”, publicado el 4 de febrero de 2011 en http://jjaramillogiraldo.blogspot.com/, afirma: “ No existe una cultura de la seguridad industrial, se considera que esta es un estorbo; escasean los profesionales capacitados en estas prácticas y expertos en el manejo de sistemas eléctricos en minería subterránea; la sensibilización y capacitación es muy precaria, se tiene poca oferta o desabastecimiento de equipos especializados en el mercado nacional; la mayoría de los alegan que no tienen recursos para adquirir tecnología y, desde luego, los equipos y accesorios son costosos.
Un
equipo mínimo de seguridad industrial va desde los accesorios para cada uno de
los mineros –botas, overol, casco, linterna, entre otros–, hasta cableado y
equipos antiexplosivos, pasando por detectores continuos de gases explosivos,
sistemas de aireación natural y artificial, de alarma y comunicaciones, kit de
salvamento y el entrenamiento de al menos el 20% del personal en labores de
socorro. El costo de estos equipos, para una compañía de mediana minería, puede
ascender a unos 1.425 millones de pesos. Se trata de una suma importante y en
muchos casos se convierten en un requisito inalcanzable.”
La tarea más urgente hoy es encontrar
los mecanismos para obligar a los empresarios a que, aprovechando sus mejores
ingresos, se pongan al día en esta materia, pero también el Estado debería
aprovechar los mayores ingresos resultantes del sector para apoyar a la pequeña
y mediana minería legalizada. La seguridad
para el sector minero, debe ser un valor ético.
La ética y la minería
Juan
Manuel Montero Peña, en su artículo “La ética del minero”, publicado en
Internet afirma: “La posibilidad de elaborar códigos de ética del profesional no resuelve
el problema de las prácticas insostenibles en la minería, ellas son provocadas
por causas estructurales muy diversas, sin embargo, contribuye a la
determinación de cuál debe ser la actitud del profesional de esta rama ante la
explotación de los recursos minerales, en particular y, ante la naturaleza, en
sentido general”.
En
Colombia no existe un código de ética del profesional de la minería, a pesar de
existir un compromiso social reconocido con la protección del medio ambiente
minero.
La
relación de la ética con la minería, podemos considerar que el desarrollo de
una conciencia ética ambiental consecuente con un tipo de actividad que genera
impactos ambientales destructores de ecosistemas asentados directamente en las
minas, pero que además afecta a los situados en la misma cadena lo cual exige
de un conocimiento ambiental certificado que permita una actuación responsable
ante la posibilidad de impactar negativamente riquezas de flora y fauna
ubicadas en zonas que no se benefician con los resultados directos de la
actividad minera.
La
necesidad de una permanente vigilancia tecnológica ante la existencia de
riesgos para la salud humana y para la preservación de la diversidad biológica
y de la pluralidad cultural que están dentro del límite de la comunidad minera.
La
obligación moral de rehabilitar las zonas degradadas por las exploraciones y la
explotación mineras, teniendo como premisa un conocimiento riguroso previo de
las características existentes en los terrenos minados antes del inicio de las
operaciones.
No
podemos jugar impunemente con la naturaleza, en este sentido los impactos de la
minería se hacen inmanejables en el tiempo y no son solo un problema de
capacidad de inversión o de compensación de impactos, tampoco un problema de
organización u ordenamiento, es un problema de pervivencia humana. La seguridad para el sector minero, debe ser un valor
ético.
Niños y mujeres en la
minería artesanal
De los miles de colombianos que dependen
de la actividad minera artesanal, una
parte importante de ellas son mujeres y lamentablemente niños. Retirar a los
niños de esta actividad, es un deber ético y moral.
Ser un niño en estas familias mineras
es aprender desde pequeño a soportar las inclemencias de la vida en zonas
desérticas, a grandes altitudes o en medio de la selva, apartados de servicios
elementales, muchas veces sin acceso a la escuela ni lugares de recreo.
La exposición temprana a estos riesgos
afecta a los niños debido a la inmadurez de su organismo, sus mayores necesidades,
menor resistencia, su alta capacidad de absorción y vulnerabilidad psicológica.
Fuentes consultadas:
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