domingo, 9 de febrero de 2014

Análisis de la industria minera colombiana



La industria minera colombiana se mantiene como uno de los sectores más dinámicos y promisorios del país, con un crecimiento importante que muestra que en 2009 las exportaciones alcanzaron los US$8.000 millones, lo que representa 25% de las exportaciones totales colombianas. Al mismo tiempo, la inversión extranjera directa aumentó de $470 millones en 2002 a $3.000 millones en 2009.

Colombia es el cuarto país exportador de carbón en el mundo y posee reservas medidas superiores a los 7.000 millones de toneladas, que le permitirán mantener un papel relevante en el mercado internacional de este mineral.

En el primer semestre de 2010, la producción de carbón sumó 36,3 millones de toneladas y solo en el segundo trimestre presentó un incremento de 10,7% con 20,2 millones de toneladas, en relación con las 18,2 millones de toneladas del mismo lapso en el año 2009. Por su parte, el oro muestra en el segundo trimestre de 2010 la producción de 13.323 kg con un crecimiento de 36,01% en relación con el mismo período de 2009, dice la nota de prensa.

El níquel también refleja cifras positivas, ya que se registró en el segundo trimestre del año un crecimiento en la producción de 4,6%, llegando a las 13.013 toneladas, mientras que la plata mostró un aumento de 60,2%, con 3.999 kg en el mismo lapso de tiempo.

¿Quien puede hacer explotación minera en Colombia?
La empresa o persona jurídica que haya suscrito un contrato de concesión minera, que se encuentre debidamente registrado en el Registro Minero Nacional.

Así lo establece la Ley 685 de 2001 (Código de Minas), norma que se modificó por la Ley 13 82 de 2010, con el propósito de fomentar la exploración técnica y la explotación de los recursos mineros de propiedad estatal y privada. Esta reglamentación establece normas para la explotación racional de los recursos naturales no renovables y del ambiente, en un contexto de desarrollo sostenible y fortalecimiento socio-económico del país.

En su objeto, el contrato de concesión comprende las fases de exploración técnica, explotación económica, beneficio de los minerales por cuenta y riesgo del concesionario y el cierre o abandono de los trabajos y obras correspondientes. 


Origen del problema 
La mayoría de los efectos negativos de la pequeña minería tiene su origen en problemas relacionados con la informalidad o ilegalidad o, simplemente, en el control insuficiente del sector..

En Colombia desde hace mucho tiempo, se le otorgan concesiones al sector privado y existe pobreza y enormes vacíos de legislación que proteja a estos trabajadores, tanto en materia salarial, social y de salud ocupacional, como de protección medio ambiental.

Los miles de colombianos que se ocupan de la minería, difícilmente perciben un salario mínimo por su trabajo; sus jornadas laborales sobrepasan la mínima legal y, en la mayoría de las veces, no cuentan con protección, ni en materia de salud, ni de pensiones, ni de riesgos profesionales.

La informalidad y técnicas rudimentarias agravan la situación en el país, a lo que se suman procesos de fiscalización deficientes. A los problemas mineros locales se suma la facilidad para abrir una operación ilegal, una actividad que se monta en cuestión de días. La licencia de exploración a veces se demora hasta tres años, mientras el ilegal simplemente traslada una retroexcavadora y está produciendo a la semana

En Colombia, la edición de leyes y directrices para la protección del medio ambiente, es causa de nuevos peligros para el sector de la pequeña minería. En muchos casos la pequeña minería se encuentra continuamente forzada a la ilegalidad por los estamentos encargados de la protección del medio ambiente, cuya capacidad técnica y administrativa no es suficiente, y que por falta de conocimientos e instrumentos de control.

Adicionalmente, figuramos entre los países con mayores accidentes. Siete grandes tragedias mineras en Colombia durante la última década suman la muerte de más de 200 personas. Diferentes causas explican los accidentes, desde explosiones por presencia de gases, pese a que las minas cumplían con los requisitos de ley para operar, hasta actividades informales, con un alto riesgo para quienes allí trabajaban.


Desconocimiento e incumplimiento de las normas.
El Decreto 1335 de 1987 establece el reglamento de seguridad en las labores subterráneas y, si bien debe actualizarse, su principal problema es el desconocimiento e incumplimiento entre los pequeños y medianos mineros, con algunas excepciones.

Juan Carlos Jaramillo Giraldo, en su artículo “El sector minero en emergencia”, publicado el 4 de febrero de 2011 en
http://jjaramillogiraldo.blogspot.com/, afirma: No existe una cultura de la seguridad industrial, se considera que esta es un estorbo; escasean los profesionales capacitados en estas prácticas y expertos en el manejo de sistemas eléctricos en minería subterránea; la sensibilización y capacitación es muy precaria, se tiene poca oferta o desabastecimiento de equipos especializados en el mercado nacional; la mayoría de los alegan que no tienen recursos para adquirir tecnología y, desde luego, los equipos y accesorios son costosos.
Un equipo mínimo de seguridad industrial va desde los accesorios para cada uno de los mineros –botas, overol, casco, linterna, entre otros–, hasta cableado y equipos antiexplosivos, pasando por detectores continuos de gases explosivos, sistemas de aireación natural y artificial, de alarma y comunicaciones, kit de salvamento y el entrenamiento de al menos el 20% del personal en labores de socorro. El costo de estos equipos, para una compañía de mediana minería, puede ascender a unos 1.425 millones de pesos. Se trata de una suma importante y en muchos casos se convierten en un requisito inalcanzable.”

La tarea más urgente hoy es encontrar los mecanismos para obligar a los empresarios a que, aprovechando sus mejores ingresos, se pongan al día en esta materia, pero también el Estado debería aprovechar los mayores ingresos resultantes del sector para apoyar a la pequeña y mediana minería legalizada. La seguridad  para el sector minero, debe ser un valor ético.

La ética y la minería
Juan Manuel Montero Peña, en su artículo “La ética del minero”, publicado en Internet afirma: “La posibilidad de elaborar códigos de ética del profesional no resuelve el problema de las prácticas insostenibles en la minería, ellas son provocadas por causas estructurales muy diversas, sin embargo, contribuye a la determinación de cuál debe ser la actitud del profesional de esta rama ante la explotación de los recursos minerales, en particular y, ante la naturaleza, en sentido general”.

En Colombia no existe un código de ética del profesional de la minería, a pesar de existir un compromiso social reconocido con la protección del medio ambiente minero.

La relación de la ética con la minería, podemos considerar que el desarrollo de una conciencia ética ambiental consecuente con un tipo de actividad que genera impactos ambientales destructores de ecosistemas asentados directamente en las minas, pero que además afecta a los situados en la misma cadena lo cual exige de un conocimiento ambiental certificado que permita una actuación responsable ante la posibilidad de impactar negativamente riquezas de flora y fauna ubicadas en zonas que no se benefician con los resultados directos de la actividad minera.

La necesidad de una permanente vigilancia tecnológica ante la existencia de riesgos para la salud humana y para la preservación de la diversidad biológica y de la pluralidad cultural que están dentro del límite de la comunidad minera.

La obligación moral de rehabilitar las zonas degradadas por las exploraciones y la explotación mineras, teniendo como premisa un conocimiento riguroso previo de las características existentes en los terrenos minados antes del inicio de las operaciones.

No podemos jugar impunemente con la naturaleza, en este sentido los impactos de la minería se hacen inmanejables en el tiempo y no son solo un problema de capacidad de inversión o de compensación de impactos, tampoco un problema de organización u ordenamiento, es un problema de pervivencia humana. La seguridad  para el sector minero, debe ser un valor ético.

Niños y mujeres en la minería artesanal
De los miles de colombianos que dependen de la actividad minera artesanal,  una parte importante de ellas son mujeres y lamentablemente niños. Retirar a los niños de esta actividad, es un deber ético y moral.

Ser un niño en estas familias mineras es aprender desde pequeño a soportar las inclemencias de la vida en zonas desérticas, a grandes altitudes o en medio de la selva, apartados de servicios elementales, muchas veces sin acceso a la escuela ni lugares de recreo.

La exposición temprana a estos riesgos afecta a los niños debido a la inmadurez de su organismo, sus mayores necesidades, menor resistencia, su alta capacidad de absorción y vulnerabilidad psicológica.



Fuentes consultadas:

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