En
la actualidad, casi todos los países que conforman Latinoamérica generan
grandes esfuerzos para consolidar la integración. Sin embargo, a pesar de las
razones históricas y culturales que justifican dicha integración, existen
también serios obstáculos que la dificultan.
Es importante tener presente también que la integración de América Latina no puede ser analizada aisladamente. Tiene una historia, se da en un continente donde ha sido constante el ejercicio del dominio de las distintas potencias a través de sus diversas etapas (España, Inglaterra, Estados Unidos) y donde se intenta maximizar las economías nacionales y en el que los vínculos entre países están dificultados por guerras pasadas. De cualquier forma, conviene tener en cuenta que la integración regional se realiza en el interior de otra integración, la que vincula a los países de América Latina con el mercado mundial.
Aunque
las razones invocadas para justificar la integración latinoamericana han
cambiado en el tiempo y de acuerdo a los modelos de desarrollo que se han
considerado más convenientes o más adecuados a las circunstancias nacionales e
internacionales, los objetivos de la integración han sido los mismos desde que
las naciones de América Latina obtuvieron su independencia.
La
homogeneidad cultural e histórica (en cuanto a idioma, religión y tradición
jurídica) y la continuidad geográfica han hecho pensar que la formación de una
comunidad de naciones latinoamericanas no encontraría los obstáculos presentes
en otras latitudes y permitiría una realización más plena de la identidad y las
potencialidades de la región.
América
Latina lo tiene todo para echar a andar el proceso integrador: una misma
lengua, un mismo origen, un destino común y un gran potencial de recursos
naturales. Pero hasta ahora le ha faltado lo principal: visión de futuro,
voluntad política, generosidad y solidaridad entre las naciones que la integran.
No es necesario ningún requisito en particular para
realizar la integración económica entre los países de América Latina. Sólo
sería necesario acordar el establecimiento de la libertad de intercambios de mercancías y la libre
circulación de los servicios productivos, aboliendo todas las barreras
artificiales que pudieran oponerse a dicho propósito. No hay requisitos
particulares y previos porque la acción de los mecanismos del mercado tendría
la virtud de transmitir automáticamente el crecimiento de los polos a la
periferia.
La
perspectiva actual
Observando la realidad del proceso de
integración latinoamericano es difícil no constatar un avance importante en las
diferentes subregiones. El esquema que parece haberse consolidado de manera más
sólida es el MERCOSUR (Mercado Común del Sur). Reúne desde 1985 a los países
del Cono Sur: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Venezuela adhirió
igualmente en junio del 2006. Su persona jurídica de Derecho Internacional fue
establecida por el protocolo de Ouro Preto de 1994, el cual dio lugar al
arancel externo común. A partir de esta fecha el organismo se ha dotado de
instrumentos jurídicos e institucionales que van más allá de la integración
económica, avanzando en temas como el compromiso democrático, las
concertaciones socio laborales, la libertad de residencia y trabajo para las
personas, el crecimiento del empleo, la protección de los Derechos Humanos, la
promoción de la cultura, la participación de las organizaciones de la sociedad
civil e inclusive un acuerdo de seguridad social para los trabajadores
migrantes.
En la región andina, la CAN (Comunidad
Andina de Naciones) es el organismo que agrupa a la mayoría, más no la
totalidad, de los países. Sus miembros son hoy Colombia, Perú, Bolivia y
Ecuador. Chile se retiró en 1976 y Venezuela en el 2006 para ingresar al MERCOSUR.
El grupo existe desde 1969, pero es solamente en los años noventa que se
consolidan la zona de Libre Comercio y el arancel externo común. La integración
de los países andinos ha igualmente avanzado en otros ámbitos cómo son el libre
tránsito de personas y la creación de un pasaporte andino.
La integración de los países
centroamericanos retomó fuerza dentro del contexto político de conflictos y
guerras civiles y en el año 1993 establece claramente cómo objetivo la
construcción de una región donde prima la paz, la democracia y el desarrollo.
En ese sentido, dentro del SICA (Sistema de Integración Centroamericano) se han
firmado acuerdos para la integración social, la protección del medio ambiente y
la seguridad democrática.
En la última década, nuevas fuerzas
políticas de la región han dado lugar a otro tipo de esquema de integración
latinoamericana. Este es el caso del ALBA (Alternativa Bolivariana para América
Latina y el Caribe). La iniciativa partió de los gobiernos venezolano y cubano
quienes firmaron el primer acuerdo en el 2004. Bolivia adhirió en el 2006 y
Nicaragua en el 2007. Basándose en los principios de solidaridad y cooperación
para la lucha contra la pobreza, las áreas en las que más ha avanzado la
integración entre estos países son las de la salud y la educación.
Existen más esquemas de integración en
otras regiones como el CARICOM (Comunidad del Caribe) en el que 15 países
caribeños avanzan en la creación de un mercado común.
Igualmente cabe mencionar el Grupo de
Río, antiguo grupo de Contadora que agrupaba a México, Panamá, Colombia y
Venezuela en torno a un rol mediador para los conflictos centroamericanos. En
1986 el grupo de Río se constituyó como un “Mecanismo Permanente de Consulta y
Concertación Política de América Latina y el Caribe” y se reúne anualmente en
torno a temas de interés regional como la paz y la deuda externa. Actualmente
sus miembros son: Argentina, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay,
Venezuela, Chile, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Costa Rica, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y el CARICOM.
Finalmente existe el Plan Puebla-
Panamá que busca integrar desde el año 2000 a los países centroamericanos con
los estados del Sur de México en torno a los temas de energía, transporte,
telecomunicaciones, turismo, intercambio comercial, desarrollo humano,
desarrollo sostenible y prevención de desastres naturales.
Frente a todas estas experiencias se
destacan los esfuerzos y avances de los diferentes países de la región en el
tema de la integración. Sin embargo, los interrogantes y temas de debate son
múltiples.
Se constata efectivamente que los esfuerzos
de integración son múltiples pero no necesariamente están armonizados a nivel
latinoamericano. De ahí que muchos nos preguntamos si el estado actual de la
integración en la región no responde más a una fragmentación que a cualquier
tipo de convergencia. Los interrogantes y debates tienen que ver con el
liderazgo de esa integración latinoamericana. Si bien es importante que no se
cree una hegemonía, se necesita un país o un grupo de países que lideren la
integración.
A través del ALBA se ve que Venezuela está
liderando un proceso alternativo pero al que difícilmente adherirían una gran
cantidad de países de la región. Desde la academia brasileña se plantea la
posibilidad que Brasil sea el que tome las riendas de la articulación debido a
su imagen de potencia mediadora, el apoyo que recibiría de Estados Unidos y sus
aspiraciones mundiales que servirían en las relaciones con otros continentes o
grandes países en desarrollo
Sin embargo, desde países vecinos como
Uruguay se cuestiona justamente esa imagen de potencia mediadora, lo que lleva
a pensar que es difícil que un solo país logre consenso en toda la región por
los mismos problemas, ya mencionados, de polarización política, falta de
identidad regional y asimetrías estructurales entre los países..
Conclusiones
Realmente
la integración latinoamericana ha logrado pasos de avances bastante
significativos, pero todavía queda mucha tela que cortar sobre éste particular.
Si es posible la integración latinoamericana, todo depende, primeramente de
todas las voluntades políticas que están ó estuviesen inmiscuidas. Por otro
lado, romper de verdad las barreras económicas y acoplar las economías latinoamericanas
en un dinámico y extenso plan de creación de infraestructuras a lo largo y
ancho de toda América Latina, permitiendo así generar empleo, bienestar general
y desarrollo cierto hacía el futuro. Pero sólo ello será posible si hay unidad
y consenso.
En cuanto a las dificultades y desafíos que
enfrentan los esquemas de integración latinoamericanos existen dos consensos.
El primero es que todos los temas que presentan deficiencias deben ser
trabajados a la vez para lograr una mayor eficiencia y eficacia. El segundo es
que, en su mayoría, se trata de problemas políticos o en todo caso de voluntad
política. En el caso de los países centroamericanos y otros países como
Colombia y Perú el acercamiento hacia Estados Unidos prevale sobre temas de
interés regional.
De manera general, falta igualmente voluntad
para fortalecer las instituciones regionales porque hay fragmentación y falta
de mayorías en los Congresos o porque hay un debilitamiento en la capacidad de
acción de los gobiernos nacionales que tampoco logran una coordinación a nivel
regional. Además de estas dificultades para la profundización de los esquemas
de integración, existe el reto de articularlos entre ellos para avanzar hacia
la integración de toda el área latinoamericana y del Caribe.
2.
PROCESOS
DE INTEGRACIÓN ECONÓMICA: CAN, ALBA Y UNASUR.
2.1 COMUNIDAD ANDINA DE NACIONES (CAN)
Integrada
originalmente por Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú;
Venezuela adhirió en 1973 y Chile se retiró en 1976. Dentro del Grupo Andino se
fijan como objetivos: promover el desarrollo equilibrado y armónico de los
países miembros en condiciones de equidad, mediante la
integración y la cooperación económica y social, acelerar su crecimiento y la
generación de la ocupación y facilitar su participación en el proceso de
integración regional. Los mecanismos establecidos fueron: el programa de
liberación automática de los intercambios subregionales; el arancel externo
común que se adoptaría en forma progresiva; la programación industrial
conjunta que se ejecutaría mediante programas sectorial de
desarrollo industrial, y la armonización de políticas económicas, incluida la
adopción de regímenes comunes en distintos campos.
La
integración entre los países andinos es vista como la forma más intensa
de integración regional entre países similares en relación a su desarrollo
económico y tecnológico. El Acuerdo de Cartagena firmado en los años sesenta,
abarcó no sólo sectores políticos, culturales y jurídicos, sino también creó un
parlamento y un tribunal de Justicia. A pesar de su carçater prometedor de
la fase inicial, el Grupo Andino sufrió las mismas crisis, como las
demás formas integrativas de la región, donde en los años ochenta ya estaba
casi totalmente paralizado.
A
lo largo de tres décadas, el proceso de integración andino atravesó por
distintas etapas. De una concepción básicamente cerrada de integración hacia
adentro, acorde con el modelo de sustitución de importaciones, se
reorientó hacia un esquema de regionalismo abierto.
El
proceso de integración andino se ha enfocado casi exclusivamente hasta ahora en
el aspecto económico. Por lo tanto se esperaría que en este ámbito los
resultados concuerden con las expectativas. Pero el proceso se ha destacado por
su retraso respecto de los plazos previstos y su lenta evolución. En menos de
10 años el Mercosur ha obtenido mejores resultados que la Comunidad Andina en
30 años. Las propuestas de integración vuelven a articularse junto con una
preocupación geopolítica. Y como también parece inédito, después de bastante
tiempo aparece una clara preocupación por que la integración no sea uno más de
los instrumentos de cristalización de las diferencias sociales
La
integración andina se ha concebido como un proceso que busca alcanzar objetivos
comunes no sólo en el área económica y comercial, sino también en la social y
la política, buscando aportar al bienestar de la población y propendiendo al
uso eficiente de los recursos existentes. El proceso de integración no se
entiende como un fin en sí mismo, sino como un instrumento coadyuvante y
complementario con los objetivos de desarrollo económico, político, y social de
cada país participante.
En
términos generales la integración andina presenta, 33 años después, un mercado
ampliado con un indiscutible crecimiento de las relaciones comerciales
intra-andinas. Sin embargo estas relaciones son en un 80% de productos manufacturados con algún valor agregado, los mismos que tienen dificultades para penetrar en mercados de mayor competitividad, mientras que éstas sólo representan el 44% en las exportaciones de la CAN al mundo.
intra-andinas. Sin embargo estas relaciones son en un 80% de productos manufacturados con algún valor agregado, los mismos que tienen dificultades para penetrar en mercados de mayor competitividad, mientras que éstas sólo representan el 44% en las exportaciones de la CAN al mundo.
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Como
conclusión, podemos afirmar que si se quiere consolidar el proceso, es
necesario crear mecanismos que estimulen reales intereses internos en el
proceso de integración. Aquí juega un papel fundamental todo lo que esté
dirigido hacia la concientización, el fomento, la educación y la divulgación de
la integración hacia el eje de la sociedad: el individuo. No se puede seguir
pensando en una integración exclusivamente económica ya que poco a poco surgen
limitaciones que hacen cada vez más evidente la necesidad de afianzar aspectos
como el político, y sobre todo, el social.
2.2. ALTERNATIVA BOLIVARIANA PARA LAS AMÉRICAS (ALBA).
La
Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, se constituyó en La Habana el
14 de diciembre del 2004 por acuerdo de los presidentes de las repúblicas de
Cuba y Venezuela, Fidel Castro Ruíz y Hugo Chávez. El 29 de abril del 2006 la
república de Bolivia se adhiere a la ALBA. En enero del 2007 lo hace la
república de Nicaragua. El 20 de febrero del 2007 los Estados caribeños de
Antigua, Barbuda, Dominica, San Vicente y Las Granadinas suscriben también el
Memorando de Entendimiento de la adhesión a la ALBA.
La
Alternativa Bolivariana para las
Américas, ALBA, consiste en una propuesta de integración regional cuyo énfasis
está puesto en la lucha contra la pobreza y la exclusión social mediante la
creación de ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las
asimetrías existentes entre los países de Centroamérica, Suramérica y la
América insular.
La ALBA es un espacio idóneo para construir consensos en función de alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades sociales y asegure una creciente calidad de vida para las naciones que la integran.
La
ALBA es una propuesta de integración regional cuyo énfasis está puesto en la
lucha contra la pobreza y la exclusión social. Está asentada sobre cuatro
pilares básicos que integrados dinámicamente dan vida a esta iniciativa y la
diferencian de cualesquiera otros tratados y pactos internacionales que al
tenor del neoliberalismo están en boga hoy día. Estos principios son los
siguientes: complementación, cooperación, solidaridad y respeto a la soberanía.
Sus participantes principales no son los grandes empresarios sino las grandes
mayorías empobrecidas de los pueblos.
La ALBA es un plan de cooperación entre los países. Más que un plan de competitividad entre los países y una oportunidad para hacer dinero a costa de vender hasta el agua y el aire de los pueblos, la ALBA es un proceso de desarrollo sostenible con justicia social donde los países no compiten entre sí sino que se apoyan aportando cada uno sus capacidades y potencialidades a la vez que recibiendo de los otros el apoyo en lo que son más débiles. Por ejemplo, Cuba ofrece médicos y maestros, a cambio recibe petróleo. Nicaragua ofrece alimentos y recibe petróleo.
MERCOSUR,
Pacto Andino, MERCOMUN, CA-4, Plan Puebla Panamá, CARICOM son algunas
iniciativas con espíritu integracionista que ha habido en las diferentes
regiones de América Latina y el Caribe. Pero en su mayoría estas iniciativas se
han quedado en puros esfuerzos económicos. La ALBA es más que economía, es
también salud, educación, energía, dignidad, solidaridad y soberanía.
La ALBA presenta un itinerario de liberación y desarrollo de los pueblos. En la lógica de la ALBA no cabe la perpetuación de relaciones de dependencia de unos países respecto a otros. Más que competencia entre las naciones la ALBA propone la interdependencia y el apoyo mutuo. Los tratados de libre comercio nos ponen a competir en condiciones desiguales ante los Estados Unidos y en condiciones fratricidas entre nuestros mismos pueblos. La ALBA mientras tanto abre un espacio para que los países se colaboremos entre ellos mismos, se solidaricen y se respeten.
La ALBA le otorga prioridad a la integración latinoamericana y caribeña abriendo espacios de consulta que permitan crear alianzas estratégicas y posiciones comunes en bloques sub regionales de naciones. El desafío consiste en impedir la dispersión, evitando que las naciones continúen siendo absorbidas con todo y sus recursos por tratados comerciales alejados de toda mística de compromiso social con los sectores más vulnerables, que son la mayoría en muchas naciones del continente americano.
Son muchos los ejemplos y la lista seria interminable
de los beneficios humanos que traería el ALBA hacia América Latina y el Caribe.
Cuba es una muestra fehaciente de la colaboración y ayuda en los marcos del
ALBA con Venezuela. Además trabajarían en el diseño de un proyecto continental
para eliminar el analfabetismo en América Latina.
También como punto de partida en la colaboración y
ayuda de Venezuela hacia el resto de los países de Latinoamérica y el
Caribe crea lo que se conoce como PETROAMERICA con
el fin de unir a los países productores de petróleo y gas de la región
para lograr una integración energética basada en la solidaridad entre los
pueblos.
Uno de los objetivos de PETROAMERICA es que los países
latinoamericanos tengan acceso al petróleo y contribuir de esta forma a la
disminución de las diferencias existente entre estos países. Venezuela es
uno de los mayores productores de petróleo del mundo al mismo tiempo que
también es uno de los mayores exportadores, pero también se destacan en su
producción y exportación en la región países como México, Brasil,
Ecuador, Argentina, Colombia y Bolivia.
Además surge PETROCARIBE con el objetivo de brindar un trato
diferenciado y especial a los países menos desarrollados. Es una organización
que no solo se basa en la cooperación económica y energética sino que también
contribuye a la protección del medio ambiente mediante la utilización de
energía renovable. PETROCARIBE trae varios beneficios
para los países latinoamericanos de bajo desarrollo pues brinda facilidades de
pago y financiamiento a largo plazo, además que pagarían el flete de transporte
a precio de costo.
2.3. UNION DE
NACIONES SURAMERICAS (UNASUR)
Bajo el
gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva se agregó el interés por crear un
contrapeso a los EEUU y su proyecto ALCA. Presumiblemente se debe a ese motivo
que la declaración fundacional de la Unión de Naciones Suramericanas se
diferencie – al menos retóricamente – del dogmatismo de libre comercio
neoliberal.
Partiendo
de valores comunes como la democracia, los derechos humanos y la justicia
social, los estados miembros de la Unión de Naciones Suramericanas declaran que
el desarrollo económico y social “no puede reducirse sólo a políticas de
crecimiento sostenido de la economía.” Más bien habría que reconocer las “asimetrías”
entre los países y asegurar “una más justa y equitativa distribución del ingreso,
el acceso a la educación, la cohesión y la inclusión social, así como la
preservación del medio ambiente”. Además dice que los jefes de estado con la
fundación de la comunidad de naciones siguen el ejemplo de los próceres de la
unidad de “la gran Patria Americana“, Bolívar, Sucre y San Martín.
El
8 de diciembre de 2004, en la ciudad de Cusco (Perú), se conformó la Comunidad
Suramericana de Naciones, la cual establece e implementa progresivamente sus
niveles y ámbitos de acción conjunta, promoviendo la convergencia y sobre la
base de la institucionalidad existente, evitando la duplicación de esfuerzos y
sin que implique nuevos gastos financieros para los países miembros.
Son
miembros de UNASUR la República Argentina, la República de Bolivia, la
República Federativa del Brasil, la República de Chile, la República de
Colombia, la República del Ecuador, la República Cooperativa de Guyana, la
República del Paraguay, la República del Perú, la República de Surinam, la
República Oriental del Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela.
¿Qué
objetivos se impuso UNASUR? Se estableció que la Comunidad Sudamericana de
Naciones se desarrollaría y perfeccionaría impulsando los siguientes procesos:
·
Concertación
y coordinación política y diplomática de la región.
· Convergencia
entre MERCOSUR, Comunidad Andina y Chile. Surinam y Guyana se podrán asociar a
este proceso sin perjuicio de sus obligaciones con el CARICOM.
· Integración
física, energética y de comunicaciones en América del
Sur. Impulsado por la Iniciativa de Integración Regional Sudamericana (IIRSA).
·
Transferencia
de tecnología y de cooperación horizontal en todos los ámbitos de la ciencia,
educación y cultura.
Conclusión:
Sin
duda UNASUR es la expresión más concreta, en el plano regional, de un
proceso de más de una década, marcado por la emergencia y consolidación de los
llamados gobiernos progresistas.
Desde
su conformación por iniciativa del entonces presidente Lula, UNASUR ha
reivindicado la soberanía y autonomía de la región, en especial frente al
dominio secular ejercido por Estados Unidos. Ha defendido el derecho de sus
países miembros a desarrollar una política exterior independiente y un modelo
de integración propio. De ahí el fracaso del ALCA. Pero también ha insistido en
la necesidad de fortalecer el papel económico del Estado, privilegiar la
inversión pública y social y ponerle límites al capital extranjero.
No
obstante, el desafío más grande de los países de UNASUR sigue siendo
la superación de la pobreza y la desigualdad social. Los logros de países como
Venezuela y Brasil han sido importantes en este sentido, pero no suficientes.
Por ello, es necesario avanzar en los proyectos conjuntos que le apuesten a un
verdadero desarrollo social, más allá del modelo exportador de comienzos del
siglo XX, que en buena medida sigue vigente.
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