Existe abundante
evidencia tanto teórica como empírica que ha contribuido a enriquecer las
aportaciones sobre el estudio de las estrategias de diversificación seguidas
por las empresas. Muchos de los estudios sobre diversificación empresarial
centran su atención en cuestiones tales como ¿por qué diversifican las
empresas?, ¿cuáles son las formas posibles de diversificación?, ¿es preferible
la diversificación mediante crecimiento interno o externo?, ¿cuál es la mejor
forma de medir el grado de diversificación de una empresa?, ¿cómo se consiguen
crear y explotar sinergias dentro de la empresa diversificada?, etc.
Del análisis de las
medidas propuestas se pueden deducir tres criterios, que representan ópticas
distintas de acercarse al mismo fenómeno, a partir de los cuales se pueden establecer
diferentes tipologías de medidas sobre diversificación.
El aspecto de la
diversificación que se trata de medir:
La extensión o el
grado de diversificación en la empresa, es decir, la mayor o menor diversidad
de su cartera de negocios.
La dirección de la
diversificación, que identifica el nivel de relación existente entre los
distintos negocios, según si éstos se encuentran relacionados o no
relacionados.
El modo o método de
diversificación, que pone de manifiesto la forma mediante la cual se hace la
diversificación, según sea de crecimiento interno (inversiones que realiza la
empresa) o externo (a través de fusiones y adquisiciones).
El enfoque adoptado
para la medición:
Medición objetiva:
basada en criterios objetivos, sin introducir juicios de valor sobre el objeto
de estudio por parte del investigador.
Medición subjetiva:
basada en la utilización de criterios o juicios de valor por parte del
investigador.
Los niveles de las
medidas utilizadas:
Medidas continuas: a
través de variables continuas que miden distintos aspectos (extensión,
dirección o método) de la diversificación.
Medidas categóricas:
basadas en la definición de categorías de estrategias sobre las cuales se
establecen criterios para poder incluir una empresa en una de las categorías.
De las tres
clasificaciones anteriores, la más desarrollada es la tercera que diferencia
entre medidas continuas y medida categóricas, en buena medida, porque incorpora
implícitamente algunos de los aspectos considerados en las otras dos
categorías. A continuación, se realiza un breve análisis comparado para conocer
sus ventajas e inconvenientes.
Medidas continúas
Las medidas continuas
se basan en los sistemas de clasificación industrial propuestos por distintos
organismos, tanto públicos como privados, y tratan de clasificar la actividad
de cada empresa dentro de un sector industrial. Estos organismos son ajenos a
la empresa, lo que garantiza la objetividad de la medida.
Las principales
ventajas que presentan estas medidas son:
Su naturaleza
objetiva y la facilidad de cálculo o medición (donde ambas ventajas se deben a
que se basan en una clasificación ya establecida).
El menor tiempo
requerido y el costo para la clasificación de la empresa, puesto que no se
requiere observar y analizar demasiada información de cada empresa.
Sin embargo, no están
exentas de limitaciones.
En primer lugar, las
reglas para la definición del sector no están perfectamente definidas, y si
bien prevalece un criterio de oferta, basado en la similitud de procesos
productivos, también se debería emplear un criterio de demanda;
En segundo lugar, la
precisión con que está definido el producto no tiene por qué ser siempre
idéntica, aun dentro del mismo nivel de desagregación, por lo que el grado de
“amplitud” en cada sector es distinto.
Las distancias entre
los sistemas de códigos de clasificación industrial no pueden medirse mediante
ningún ratio o escala de intervalo.
Sin embargo, a pesar
de los problemas que siempre incorpora la utilización de clasificaciones
sectoriales para la valoración de la diversificación, su uso es generalizado,
ya sea por su objetividad, por ser una nomenclatura estándar y por su
disposición o acceso a tal clasificación.
Medidas categóricas
En cambio, las
medidas categóricas fueron desarrolladas principalmente por especialistas en el
área de estrategia empresarial, son de naturaleza cualitativa y además permiten
distinguir el tipo de estrategia de diversificación que poseen las empresas.
Es una tipología de
carácter subjetivo (aunque también involucra medidas objetivas) que trata de
recoger no sólo el grado de diversificación de una empresa sino también el tipo
de relación que existe entre los negocios de la misma. En esencia, esta
tipología de medición tiene su origen en la propuesta de Wrigley,
posteriormente ampliada por Rumelt, y ha dado lugar a las categorías estratégicas
de Wrigley/Rumelt. Esta clasificación se basa en la utilización de tres ratios:
Ratio de
especialización productiva (RE):
Es el porcentaje de
la cifra total del negocio o de los ingresos de la empresa que corresponden a
la actividad principal, es decir, aquella actividad en la que la empresa
obtiene la mayor parte de sus ingresos.
Ratio de relación
(RR):
Es el porcentaje de
la cifra total del negocio o de los ingresos de la empresa que corresponden al
mayor grupo de negocios relacionados principales que posee la empresa.
Ratio vertical (RV):
Representa la proporción de las ventas o ingresos de la empresa que surgen atribuidas a la cadena de integración vertical.
Representa la proporción de las ventas o ingresos de la empresa que surgen atribuidas a la cadena de integración vertical.
Wrigley observó que
las empresas optan por diversificarse en gran medida o por no hacerlo apenas
(por ello, la mayoría de las empresas presentan una ratio de especialización
por encima del 80% o por debajo del 60%). De esta forma, la existencia de una
cierta discontinuidad en el intervalo 80-60% es el argumento utilizado para
fijar el 70%, es decir, la línea de demarcación entre las empresas diversificadas
y las especializadas en una actividad.
No obstante, el
principal inconveniente de esta forma medida es su subjetividad, ya que
requiere la introducción de juicios por parte de la persona que clasifica,
tanto para definir cuáles son los negocios de la empresa como el grado de
relación o proximidad existente entre ellos, lo cual puede ocasionar que
diferentes investigadores pueden llegar a clasificar a las empresas de distinta
forma.
Además, algunos
investigadores han cuestionado la “fiabilidad” de las asignaciones categóricas
de Rumelt, y que aunque la metodología tiene la fortaleza de realizar
consideraciones de datos de la empresa, tanto cualitativas como cuantitativas,
esta fortaleza podría volverse una debilidad si los criterios categóricos de un
investigador no pudieran ser sistemáticamente reproducidos. Es decir, la
consideración de estos tipos de datos es difícil de aplicar en la práctica y
están sujetos a preguntas acerca de la fiabilidad y las clasificaciones
específicas del investigador.
María José Pérez
Rodríguez termina su artículo afirmando que “para la elección de la medida de
la diversificación es importante considerar el objetivo concreto del estudio,
la disponibilidad y la fiabilidad de los datos”.
Conclusión
La forma de medir la diversificación de la
empresa es un problema relevante que ha interesado tanto a los académicos del
área de la Dirección de Empresas como a los profesionales y ejecutivos
responsables de su aplicación práctica. Son muchos los trabajos aparecidos en
la literatura que proponen distintos instrumentos de medida de la variable
diversificación, tanto relativos a la identificación del grado como de la
dirección de la diversificación empresarial. Sin embargo, el acceso a la
información apropiada y la dificultad para medir impiden identificar la
estrategia corporativa fácilmente.
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